EL RAVAL ATESORA ALGUNOS DE LOS MEJORES ESTABLECIMIENTOS CENTENARIOS DE BARCELONA
El barrio conserva comercios únicos, desde el Bar Marsella, con más de 200 años de historia, a la sastrería Transwaal de 1895, entre otros.

El
Raval es, sin duda, uno de los barrios barceloneses que atesora un
tejido comercial más diverso,
multicultural y
familiar. A pesar de la
apertura de nuevos negocios, y a pesar del
aumento desorbitado de los precios de los alquileres, todavía permanecen
estoicas tiendas y establecimientos de
hostelería centenarios, muchos de ellos
regentados por
alcurnias familiares.
Comercios emblemáticos,
históricos y
singulares
que mantienen
vivo el recuerdo de un
tiempo pasado, que forman parte de la
historia de Barcelona, y que merecen
una o más de una visita.
Muchos de estos locales están bajo el paraguas del
Eix Comercial del Raval, entidad que reúne negocios puestos en marcha por
emprendedores o por
sagas familiares que mantienen vivo el
comercio local y de
barrio.
“En el
Raval, los
bares y
comercios ‘hacemos barrio’, son
negocios Km0, que aportan
vida y
diversidad, porque todos los locales son únicos, con
personalidad. No tenemos franquicias ni
multinacionales. Somos un barrio donde
apostamos por la autenticidad, pero, sobre todo, somos vecinos de planta 0”, subrayan desde el
Eix Comercial del Raval.
Desde el bar más antiguo de Barcelona a un rejuvenecido bar centenario
Con
más de 200 años de historia, el
Bar Marsella (C/ Sant Pau 65) es toda una
institución en el barrio y en el
país, no en vano, data de
1820. Un establecimiento que ha
sobrevivido a la
Barcelona bohemia, a una
Guerra Civil y al
franquismo, e incluso, a la
transformación del barrio, y todo,
sin perder ni una brizna de su esencia.
El
Marsella, que vivió su
peor época cuando en
2013 el propietario del local lo quiso
vender –gracias a la
movilización de los vecinos, el Ayuntamiento compró el inmueble y se mantuvo
abierto el negocio–, permanece intacto al paso del tiempo desde
1820.
Hoy en día, todo el mundo quiere
tomar una copa o un chupito del mítico absenta en el mismo lugar donde lo hicieron antes
Picasso,
Salvador Dalí o
Ernest Hemingway. Y lo hacen, además,
bajo el mismo techo y
paredes que
José Lamiel –tercera generación tras la
barra del
Marsella– conserva
sin actualizar. Y, quizás, aquí
radica también parte de su
encanto.

El
Raval también alberga otro de los
bares modernistas más
famosos del mundo:
Casa Almirall. Ubicado en la Joaquim Costa 33, el
Almirall sirve bebidas espirituosas desde
1860, también la famosa
absenta, tan pedida por los
artistas bohemios. Tanto su
entrada como su
interior conservan
vestigios de aquel pasado, como el enorme mostrador de mármol donde reposa la
escultura de hierro forjado de la
musa de la
Exposición Universal de 1888, o el
imponente mostrador de madera
ornamentada donde se
almacenan botellas antiquísimas. Actualmente, sigue siendo un
local frecuentado por barceloneses, manteniendo
vivo el espíritu rompedor.

Algo
más joven, “solo” tiene
131 años de historia, el
Bar Resolís (C/Riera Baixa, 22), una
casa de comidas fundada en
1893 por
Pere Giralt como
bodega, se hizo famoso más recientemente por ser el
escenario de un anuncio de una famosa cerveza. El local mantiene la
magia de su pasado y ofrece un
rincón con mucho encanto para tomar
tapas y
platos de cocina casera y
moderna.
No llega al siglo de vida, pero poco le falta al
Bar Mendizábal,
El Mendi. Ubicado en la esquina entre Junta de Comerç y Hospital, es uno de los pocos bares de la ciudad que todavía
conserva la mítica barra que da
directamente a la calle. Un rasgo que atrae a
vecinos y
curiosos, pero sobre todo, a los que saben que en el
Mendi
hacen y
sirven unos bocadillos de vicio. Fundado en los
años treinta del siglo pasado como
horchatería, también se enorgullece de ser
uno de los pocos bares del Raval con
terraza, situada en la plazoleta Canonge Colom, una de las
principales arterias del barrio.

Y otro centenario, el Bar Roso, en la calle San Vicenç, 13, contribuye a mantener el “tapeo de toda la vida” en el barrio. Abierto en 1916, se mantiene como local acogedor, casa de conversaciones amistosas y “patria del carajillo”.
La ferretería más antigua y una tienda de la ropa para camareros y chefs
En el
Raval, también hay
tiendas únicas,
comercios que
guardan muchas historias y
mucha historia. Como la
Transwaal, fundada por
Isidre Gatius en
1895 en la calle del Hospital con el nombre de
Botiga de Forrellat i Gatius. La
vieja madera
del
mostrador original, los
libros de tallas apilados en estanterías, un
espejo que ha reflejado a miles de personas, y el
olor de tejidos nobles transportan a los visitantes y clientes de hoy a otra
época. Esta
sastrería, regentada por
Alèxia Gonzalez y su
madre Rosa Ferrer –que la
heredaron de Susana, última
heredera de los
fundadores–, continúa trabajando para
confeccionar uniformes,
delantales y
chaquetillas de chefs y
personal de sala.

Con
178 años de vida, se mantiene también en
pleno funcionamiento la
Ferretería Vert, en la calle Joaquim Costa. El establecimiento, regentado por
Manel Pérez desde hace
medio siglo, conserva el
cartel y el
mostrador que los clientes veían al entrar a la tienda en el
siglo pasado. La
ferretería fue famosa por
fabricar herramientas y
enseres para edificios como la
estatua de Colón.

Unos metros más allá luce
Casimiro Dança, abierta en
1915 y especializada en ropa y
zapatillas de baile y
danza clásica y
contemporánea, proveedores de la
mayoría de escuelas de baile de Barcelona. Esta tienda permanece en
manos de la heredera
de
Casimiro Valldeperas Domenech,
fundador del establecimiento y conocido
artesano de zapatillas de ballet (las
primeras zapatillas de ballet hechas en
España se
hicieron aquí y las hizo
Casimiro).

Y de
zapatos también va otro
establecimiento centenario del
Raval:
Calçats Queisalós, en la calle Hospital. Con más de un siglo de vida, esta
zapatería continúa ofreciendo
zapatos cómodos y
ortopédicos, un negocio que
permanece en
manos de la familia fundadora.
Fuente:
ACEVEDO.COM
https://eixraval.com/




